La economía chilena ha comenzado a mostrar signos de recuperación más pronunciados en el segundo semestre de 2024, evidenciado por un notable crecimiento del Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) y una mejora parcial en el mercado laboral. Este panorama favorable, sin embargo, viene acompañado de desafíos estructurales significativos que reflejan una recuperación aún frágil y desigual, como la persistencia de una alta informalidad laboral y la volatilidad económica.
El Imacec, una herramienta esencial para evaluar la actividad económica mensual en Chile registró un impresionante crecimiento interanual del 4,2% en julio de 2024. Esta cifra superó ampliamente las expectativas del mercado, que anticipaban un crecimiento de aproximadamente 2,4%, subrayando así un desempeño sorprendentemente fuerte de la economía chilena en medio de un contexto global incierto. Este resultado superior a las proyecciones iniciales se debe en gran parte al dinamismo observado en sectores clave como los servicios y el comercio. El sector servicios, en particular, experimentó un crecimiento del 5,3%, impulsado por una mayor demanda en áreas fundamentales como la tecnología, la salud y los servicios profesionales, que han sido cruciales para la reactivación económica tras el impacto devastador de la pandemia.
Al mismo tiempo, el comercio registró un aumento del 4,9%, reflejando una mayor actividad en el consumo interno, impulsada por la recuperación gradual del poder adquisitivo de los hogares y una mejora en la confianza del consumidor. Además, el Imacec no minero, que excluye la actividad minera debido a su alta volatilidad, también mostró un sólido crecimiento del 4,4% interanual. Este dato es especialmente significativo, ya que sugiere una recuperación más amplia y sostenida en sectores de la economía que no dependen de los recursos naturales, lo que podría indicar una diversificación positiva en el crecimiento económico de Chile. El crecimiento mensual desestacionalizado del Imacec fue del 1,5% respecto al mes anterior, consolidando una tendencia de recuperación que había comenzado a manifestarse con mayor claridad desde el inicio del segundo semestre. Este desempeño, el más alto registrado desde enero de 2024, destaca una clara recuperación respecto a un junio en el que el crecimiento había sido casi nulo, poniendo de relieve la naturaleza volátil de la economía en este periodo.
Este crecimiento del Imacec se considera «balanceado», ya que se ha observado en diversos sectores de la economía, lo que sugiere una recuperación más robusta y menos dependiente de un solo sector. Esta dispersión del crecimiento es fundamental para la sostenibilidad a largo plazo, ya que reduce la vulnerabilidad de la economía ante choques sectoriales específicos, como los que podrían afectar la minería o el comercio internacional. No obstante, es crucial adoptar una perspectiva amplia y cautelosa al analizar estos datos, evitando sobrerreacciones ante las fluctuaciones mensuales.
Es fundamental observar las tendencias a lo largo de trimestres completos para tener una visión más clara y precisa del desempeño económico, permitiendo distinguir entre un repunte temporal y una recuperación sostenida, lo que proporciona una base más sólida para la toma de decisiones políticas y económicas. Paralelamente, el mercado laboral chileno ha mostrado señales de mejora, aunque con desafíos persistentes que evidencian la complejidad de la recuperación. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa de desempleo para el trimestre mayo-julio de 2024 se situó en 8,7%, marcando una leve disminución de 0,1 puntos porcentuales en comparación con el mismo periodo del año anterior. Este descenso, aunque modesto, representa el quinto mes consecutivo de reducción en la tasa de desempleo, sugiriendo una mejora en las condiciones laborales. Durante este trimestre se crearon 228.833 empleos, un avance considerable que refuerza la tendencia positiva en la creación de empleo.
Sin embargo, la alta proporción de empleos informales sigue siendo una preocupación significativa. De los empleos creados, 130.745 fueron informales, elevando la tasa de ocupación informal a un 27,6%, con un incremento de 0,7 puntos porcentuales respecto al año anterior. Este aumento en la informalidad destaca un desafío estructural persistente en la economía chilena: la prevalencia de empleos de baja calidad que aunque contribuyen a reducir la tasa de desempleo, ofrecen menores protecciones y beneficios a los trabajadores.
La informalidad laboral se concentra principalmente en sectores como el comercio y la administración pública, con tasas de 10,1% y 22,9%, respectivamente. Estos sectores han absorbido gran parte del empleo informal, especialmente a través de trabajos por cuenta propia y asalariados privados con escasas garantías laborales. Esta situación plantea un desafío para las políticas públicas, que deben enfocarse no solo en la creación de empleo, sino también en la mejora de la calidad de los puestos de trabajo, promoviendo la formalización del empleo y garantizando los derechos laborales básicos. Además, las tasas de participación y ocupación también mostraron una recuperación en relación con el año anterior.
La tasa de participación laboral alcanzó el 61,9%, mientras que la tasa de ocupación se situó en 56,5%, ambas con un crecimiento de 0,9 puntos porcentuales. Sin embargo, en términos desestacionalizados, se registró la destrucción de 26 mil puestos de trabajo, lo que sugiere que, a pesar de las señales de recuperación, el mercado laboral sigue siendo vulnerable a las fluctuaciones y presenta una fragilidad subyacente. Un aspecto crítico en el análisis del mercado laboral chileno es la persistente desigualdad de género. La tasa de desempleo para las mujeres se situó en 9,1%, un ligero aumento de 0,1 puntos porcentuales en comparación con el año anterior, mientras que la tasa de desempleo para los hombres fue del 8,3%, con una disminución de 0,3 puntos porcentuales. Esta disparidad subraya la necesidad urgente de políticas que aborden las desigualdades de género en el empleo, especialmente en un contexto de recuperación económica.
Las mujeres han enfrentado desafíos desproporcionados en el mercado laboral, exacerbados por la pandemia de COVID-19. Factores como la carga desproporcionada de trabajo doméstico no remunerado, la menor participación en sectores con alta demanda laboral, y la predominancia en empleos informales han contribuido a una recuperación más lenta para las mujeres en comparación con los hombres. Estas desigualdades reflejan barreras estructurales que limitan la participación equitativa de las mujeres en el mercado laboral y subrayan la necesidad de políticas específicas para promover la igualdad de oportunidades y eliminar las barreras que dificultan la inserción laboral femenina. Es crucial que las políticas de empleo no solo se enfoquen en la creación de puestos de trabajo, sino también en garantizar que estos empleos sean de calidad y accesibles para todos, independientemente del género.
Esto incluye la implementación de medidas que fomenten la participación de las mujeres en sectores económicos de alta demanda, la promoción de la corresponsabilidad en el cuidado de los hijos y el trabajo doméstico, y la eliminación de las barreras que perpetúan la segregación de género en el mercado laboral. En resumen, los recientes indicadores económicos de Chile presentan un panorama mixto, con señales alentadoras de recuperación, pero también con desafíos persistentes que requieren atención.
El crecimiento del Imacec en julio es una señal clara de que la economía chilena está comenzando a recuperar el impulso, con sectores clave mostrando un dinamismo notable. Sin embargo, la alta informalidad laboral y las desigualdades de género subrayan la necesidad de un enfoque más equilibrado y sostenido en la implementación de políticas económicas. El futuro inmediato dependerá en gran medida de cómo se aborden estos desafíos. Es esencial que las políticas públicas se centren en fomentar un crecimiento económico inclusivo y sostenible, promoviendo la creación de empleo de calidad, reduciendo la informalidad laboral, y abordando las desigualdades de género.
Solo así se podrá consolidar la recuperación económica y garantizar que los beneficios del crecimiento se distribuyan de manera equitativa entre todos los sectores de la sociedad. A medida que Chile avanza hacia la consolidación de su recuperación económica, será crucial mantener una vigilancia constante sobre estos indicadores y ajustar las políticas según sea necesario para asegurar un crecimiento económico sostenible y inclusivo. La clave del éxito radica en la capacidad del gobierno y del sector privado para trabajar juntos en la creación de un entorno económico que promueva la innovación, la inversión y la equidad social, permitiendo que todos los chilenos se beneficien del progreso económico.
Perspectivas y Desafíos de la Recuperación Económica en Chile: Un Análisis del Imacec y el Mercado Laboral este 2024
La economía chilena ha comenzado a mostrar signos de recuperación más pronunciados en el segundo semestre de 2024, evidenciado por un notable crecimiento del Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) y una mejora parcial en el mercado laboral. Este panorama favorable, sin embargo, viene acompañado de desafíos estructurales significativos que reflejan una recuperación aún frágil y desigual, como la persistencia de una alta informalidad laboral y la volatilidad económica. El Imacec, una herramienta esencial para evaluar la actividad económica mensual en Chile registró un impresionante crecimiento interanual del 4,2% en julio de 2024. Esta cifra superó ampliamente las expectativas del mercado, que anticipaban un crecimiento de aproximadamente 2,4%, subrayando así un desempeño sorprendentemente fuerte de la economía chilena en medio de un contexto global incierto.
Este resultado superior a las proyecciones iniciales se debe en gran parte al dinamismo observado en sectores clave como los servicios y el comercio. El sector servicios, en particular, experimentó un crecimiento del 5,3%, impulsado por una mayor demanda en áreas fundamentales como la tecnología, la salud y los servicios profesionales, que han sido cruciales para la reactivación económica tras el impacto devastador de la pandemia. Al mismo tiempo, el comercio registró un aumento del 4,9%, reflejando una mayor actividad en el consumo interno, impulsada por la recuperación gradual del poder adquisitivo de los hogares y una mejora en la confianza del consumidor. Además, el Imacec no minero, que excluye la actividad minera debido a su alta volatilidad, también mostró un sólido crecimiento del 4,4% interanual.
Este dato es especialmente significativo, ya que sugiere una recuperación más amplia y sostenida en sectores de la economía que no dependen de los recursos naturales, lo que podría indicar una diversificación positiva en el crecimiento económico de Chile. El crecimiento mensual desestacionalizado del Imacec fue del 1,5% respecto al mes anterior, consolidando una tendencia de recuperación que había comenzado a manifestarse con mayor claridad desde el inicio del segundo semestre. Este desempeño, el más alto registrado desde enero de 2024, destaca una clara recuperación respecto a un junio en el que el crecimiento había sido casi nulo, poniendo de relieve la naturaleza volátil de la economía en este periodo. Este crecimiento del Imacec se considera «balanceado», ya que se ha observado en diversos sectores de la economía, lo que sugiere una recuperación más robusta y menos dependiente de un solo sector.
Manuel Cea Acevedo, director de Ingeniería en Administración de Empresas UNAB, Sede Viña del Mar.