Dr. Pedro Salinas Quintana, Académico e Investigador de la Facultad de Salud, UCEN.
Durante las últimas décadas el Mindfulness ha tenido un explosivo aumento de practicantes a nivel mundial, quizás con menos entusiasmo que lo que el “Awareness” tuvo en la década del ochenta del siglo pasado, aunque ambas comparten elementos en común. Ambas, de partida, son disciplinas que integran elementos de las más antiguas tradiciones meditativas orientales como la meditación Zen o Viphasana, por lo que las dos disciplinas utilizan técnicas para mejorar la capacidad de concentración y la atención consciente de la mente o del propio cuerpo. ¿Cómo se logra esto? Esencialmente, centrando o focalizando la atención, sobre un estímulo como la respiración, una imagen, una sensación o un sonido, por ejemplo. De este modo, ambas prácticas, nos lleva a un estado en el que se espera seamos “consciente de la realidad del momento presente”, aceptando y reconociendo lo que existe en nuestro “aquí y el ahora” sin quedar atrapado en los pensamientos o en las reacciones emocionales que la situación provoca (Kabat-Zinn, 2003).
En la práctica, el «Mindfulness» es una disciplina interesada en alcanzar la «conciencia plena», estado de conciencia que Kabat-Zinn (1990) definió como la capacidad de llevar la atención a las experiencias que se están experimentando en el momento presente, aceptándolas sin juzgarlas, ni asignarles necesariamente un valor. Para quien nunca ha practicado es bueno que sepa el entrenamiento en Mindfulness puede ser llevado a cabo por cualquier persona, incluso niños, sin contraindicaciones, ni restricciones de ningún tipo. Tampoco se necesita tener una capacidad física ni experiencia previa en meditación.
El Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos, viene recomendando desde hace más de una década el uso de la meditación como tratamiento eficaz y útil en diversos trastornos psicopatológicos y médicos como la ansiedad, el insomnio, los dolores de cabeza, los ataques de pánico y el dolor crónico (Cerlin y Lee, 1997). En tanto que el Awareness provee de la capacidad de mantener la mente “despierta” dándonos cuenta de cómo nuestros pensamientos y la modulación de nuestras sensaciones corporales inciden en nuestro bienestar. La práctica de la meditación regular es utilizada, por ejemplo, en deportistas de elite para favorecer los resultados mediante recuperación muscular y la concentración en la práctica deportiva. Quienes practican regularmente mindfulness, refieren haber vivido pequeños y grandes cambios en su vida, a veces traducidos en una mejor salud, en una mejor relación con su entorno familiar o laboral, una mejor relación consigo mismo o el poder experimentar un estado de gratitud y calma continua. Thích Nhất Hạnh, al respecto, sostenía que el momento presente es el único tiempo sobre el que tenemos algún dominio. Finalmente, parece ser que el gran secreto de estas prácticas y todos los beneficios sobre la vida está asentado en que podemos valorar lo que está sucediendo en este momento sin desear que sea diferente; disfrutando ampliamente de la fugacidad de los instantes sabiendo que no serán siempre y liberándonos del temor al cambio. Como decía el Buda: “Cada mañana nacemos de nuevo y lo que hacemos hoy es lo que más importa…”.