Este jueves, el Tribunal Constitucional determinó cesar en su cargo a la senadora Isabel Allende (PS), esto por haber vulnerado la obligación constitucional de celebrar contratos con el Estado. A su vez, quedó inhabilitada para optar a cargos públicos por 2 años.
Esto se da por la fallida compra-venta de la casa del expresidente Salvador Allende, la cual iba a ser adquirida por Bienes Nacionales para convertirla en un museo.
Allende era representante de la 6.ª Circunscripción de la Región de Valparaíso, cumpliendo un segundo periodo en el Senado, ya que anteriormente fue senadora por la Región de Atacama.
Este hecho histórico para el país, en donde una figura potente y líder del partido socialista (PS) deje su cargo de esta manera, generó un terremoto en la coalición de Gobierno.
Pero esto no es aislado; la senadora Allende, en su paso por Atacama, solo estuvo para la foto en momentos claves y de campaña para sus súbditos, en acomodar amiguitos en cargos públicos en los Gobiernos de Bachelet y Piñera. Además de hacer lobby político, literalmente una turista electoral.
El acto de realizar un contrato de venta con una propiedad, que debería ser donado al Estado de Chile, solo demuestra la actitud de la senadora Allende como un acto de soberbia y codicia. Reafirmando en carne propia el refrán “La avaricia rompe el saco”. En donde las ganas de seguir usufructuando del Estado, a pesar de su sueldo millonario por casi 16 años como senadora, llegaron a un desenlace final: su destitución.
Para finalizar, y para las futuras generaciones, la Constitución se respeta; nadie está sobre las leyes de nuestro país. La señora Allende, por muchos años y por medio de sus secuaces que aún siguen en el poder regional, hizo que esta señora se sintiera poderosa e intocable. Lo vivimos en Atacama y ahora solo será recordada como la “primera senadora destituida en democracia”.
Escrito por El Zorro Nortino.
