María Sagua, una mujer en situación de calle, fue la única víctima del incendio que la madrugada de Año Nuevo consumió el ala norte de los locales comerciales de la Plaza Sotomayor. Ahora, en la pared donde ella tenía sus pertenencias y pasaba los días junto a sus perros, hay globos y algunas fotografías en su memoria.
La mayoría la recuerda caminando con sus tacones negros y su minifalda azul, sus pantys de red, sus ojos pintados de azul y su cigarrillo en la boca, pero muy pocos conocían su nombre, de dónde era, qué edad tenía.
¿Cuántas mujeres, como ella, deambulan por nuestra región atrapadas en una espiral de violencia que no termina?
Definir el perfil de la mujer que vive en situación de calle es difícil, pero se sabe que en Antofagasta son más de 150. Hay mujeres jóvenes, con hijos o sin ellos; de la tercera edad, con pareja o solas; extranjeras y chilenas; con enfermedades crónicas, problemas de salud mental o de consumo de drogas. Muchas de ellas quedaron sin hogar por escapar de la violencia intrafamiliar o de un quiebre afectivo inabordable, como María.
María nació en 1967 en Tierra Amarilla, Copiapó, y fue abandonada por su madre, luego de provocarle quemaduras en el brazo y en el rostro. Su padre murió tempranamente. Antes de cumplir 5 años, padeció de meningitis. Hoy sabemos que los últimos años de su vida vivió en situación de calle y era conocida en el sector del Mercado Central de Antofagasta. Quienes la veían circular por la Plaza Sotomayor, en pleno centro, afirman haberla observado discutir con personas invisibles.
Hoy se habla de una feminización de la pobreza. Hace 10 años, sólo el 5 por ciento de las personas en situación de calle eran mujeres, ahora, esa cifra se ha cuadruplicado: el 20 por ciento del total de la gente en calle en Antofagasta, son mujeres abandonadas. ¿Hasta cuándo veremos cómo las maltratan, ignoran, golpean o mueren a la vista y paciencia de todos, como sucedió con María?
Por Andrea Cox, jefa social territorial del Hogar de Cristo en Antofagasta.