Muchos son los cambios y desafíos que están viviendo hoy en día los jóvenes. La liberación de varias de las restricciones de pandemia y el comienzo de la primavera son, para muchos, sinónimo de libertad, más socialización y tiempo fuera de casa. Sin embargo, es también un desafío para los padres y familias, quienes deberán lidiar con diversas emociones y expectativas. En el contexto del Día Mundial de la Salud Mental, la psicóloga Paulina Seguel, de Clínica Bupa Santiago, explica qué puntos tener en cuenta para cuidar los vínculos y el bienestar mental de los jóvenes.
“Con la eliminación de la mascarilla, el fin de los aforos y la llegada del mayor tiempo de luz, se abren más posibilidades de encuentros presenciales, reuniones sociales y reactivación de compromisos postergados. Con esto, se hacen necesarias nuevas conversaciones sobre la vuelta al mundo social, en diálogos que seguramente serán difíciles y tendrán cuestionamientos a la autoridad de los adultos, los que se pueden manifestar a través de la rabia, tristeza y angustia, ya sea hacia otros o hacia ellos mismos”, explica la especialista.
Frente a esto, Paulina destaca que el rol de los cuidadores adultos está en sostener conversaciones con los adolescentes que permitan conocer su forma de pensar y sentir, de manera respetuosa a su legitimidad como persona. “Esto es muy importante, porque no podemos olvidar que estamos frente a jóvenes que vivieron el encierro y todos los impactos de la pandemia”, añade.
De hecho, según el estudio de UNICEF “Impacto de la Pandemia por COVID-19 en la Salud Mental de Preescolares y Escolares en Chile, 2021”, las repercusiones en la dimensión socioemocional de niños y adolescentes se evidencian en aburrimiento (63%), ansiedad y estrés (41%), y molestia y frustración (35%).
“Por eso, el desafío adaptativo que conlleva este escenario es la apertura a nuevos acuerdos, negociaciones y conversaciones entre los adultos responsables de crianza y los jóvenes”, detalla Paulina, quien entrega seis puntos clave para abordarlo:
- Diálogos respetuosos. Permitir conversaciones en un marco de respeto y con disposición a llegar a acuerdos.
- Límites claros. Establecer límites respecto a lo que se espera de los adolescentes, a lo permitido y a lo prohibido en cada sistema familiar.
- Comunicación cercana. Expresarse y comunicarse con cariño, ya sea en palabras y/o acciones.
- Ser flexibles. Tener la capacidad de flexibilizar los propios juicios y puntos de vista, escuchando al otro.
- No evitar la conversación. Mantener conversaciones difíciles sin rehuir, y llegar a acuerdos.
- Confiar. Cuidar los acuerdos establecidos, para habilitar el desarrollo de los adolescentes y su progresiva autonomía y autocuidado.
“Es importante tener claro que, en la vida, y en especial en la adolescencia, las situaciones complejas son normales y esperables. Sin embargo, lo que sí podemos hacer es reflexionar y elegir cómo abordarlas, con el propósito de propiciar su desarrollo y el bienestar de todos y todas en la familia”, añade la psicóloga de Clínica Bupa Santiago.